1) El Gobierno franquista dictó en 1947 la Ley de Sucesión que
transformaba España en un reino, de nuevo. Franco, por la misma, pasaba a ser regente hasta que un monarca ocupara la jefatura de Estado. En
1948 mandó hacer volver a Juan Carlos para que finalizara su "educación" en
España, bajo la protección del dictador.
2) En 1969, Franco designa a Juan Carlos, quien ha completado
'satisfactoriamente' las expectativas 'educativas' del dictador, como su
sucesor a la jefatura de Estado en calidad de Rey. (La monarquía, digan
lo que digan, es una herencia franquista).
3) Por lo anterior, Juan Carlos ya era jefe de Estado meses antes de la
muerte de Franco, sustituyendo al golpista que agonizaba. Eso lo
transforma, de facto, en el último jefe de Estado del franquismo... en
calidad de Rey.
El consenso de 1978 consistió en presentar una Constitución que, en su
punto 1.3, ya decidía que "la forma del Estado español es la monarquía
parlamentaria". Y, después, se le preguntó a la gente, literalmente,
"¿Está usted de acuerdo con el modelo de Constitución?". "Estar de
acuerdo" no es lo mismo que "aprobar", pero eso era lo de menos. Lo que se comunicó a los españoles era que, con o sin democracia, el jefe de
Estado seguiría siendo Juan Carlos, en calidad de Rey. Decantarse por el "no" suponía
legitimar a Juan Carlos como jefe de un Estado militar (como ya era
desde 1975). Decir sí legitimaba a Juan Carlos como Jefe
de un Estado 'democrático'. Juan Carlos, Rey, sí o sí... ese fue el
famoso referéndum de 1978.
¿Y por qué, si lo tenía asegurado, permitió una apertura democrática? Por dos razones de peso:
- Para evitar los problemas derivados de la tensión social generada
tras 40 años de represión y las crecientes ansias de participación
ciudadana que la 'democracia vertical' no conseguía aliviar.
- Para completar el proceso aperturista del régimen (la espina clavada
en el franquismo durante décadas). En los últimos años del franquismo,
el régimen estuvo negociando la adhesión a la Comunidad Económica Europea, y siempre fue
rechazado por la falta de garantías democráticas. Si España deseaba
abrirse realmente al mundo y unirse a las posibilidades que ofrecía la
CEE (como mejor salida para potenciar una economía tocada de muerte),
debía decantarse por un modelo democrático.
La monarquía parlamentaria era, pues, el mejor modelo para, por un lado,
solucionar los puntos anteriores y, por otro lado, se aseguraba
la pervivencia de las estructuras del régimen, empezando por una
jefatura de Estado blindada e inaccesible. Vamos, que si Juan Carlos
"trajo" la democracia, no fue por motivos sociales y de justicia
histórica, sino por intereses socio-económicos y geo-políticos.
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